En la etapa preescolar, la forma más fácil de desarrollar el intelecto que tiene un niño es la del juego. Jugando, los niños aprenden cosas nuevas y adquieren conocimiento y comprensión.
Como padres podemos incentivar a los niños, en este sentido, participando y creando tiempos específicos de juego en familia y de calidad, incluso de forma sencilla. Incentiva a tu hijo/a para que juegue y encuentre diversión en cosas que le rodean habitualmente, como las ollas de la cocina o la pasta. Con estos elementos, el niño no solo aprenderá cómo son las cosas y cómo se sienten al tacto, sino que también podrá desarrollar sus músculos. Motiva a tu hijo a jugar con otros niños, con ello, el pequeño comenzará a sociabilizarse con los demás y poco a poco sentirá menos dependencia a la hora de jugar en casa e, incluso, aprenderá a valorar sus ratitos de juego en solitario.
Pero, sobre todo, juega con tus hijos, porque pocas cosas valora tanto un niño como que su familia, aquellos que más quiere, sepan divertirse y encontrar tiempo para él. Además, puede ser también muy entretenido este rato para los padres y un alivio al estrés habitual de todos los días.