Tras un emotivo discurso, pronunciado el pasado 7 de diciembre, Kazuo Ishiguro recibió ayer la medalla que hace oficial su nombramiento como el Nobel de Literatura 2017, una designación que ha sido tomada como el retorno a lo clásico de la Academia Sueca, según la crítica.

Novelas como “El resto del día” o “Nunca me abandones” representan un esbozo de un novelista que cree en las revelaciones, esos instantes que descubren cosas que “van en contra de nuestros propios deseos y que no siempre somos capaces de identificar”.

El autor, nacido en Nagasaki en 1953, vive desde los seis años en Londres, su estancia en el Viejo Continente le han hecho reflexionar sobre las diversas amenazas que enfrenta el mundo occidental y contemporáneo.

“Hemos visto avances en cuestiones de feminismo, derechos de los gay y lucha contra el racismo. Pero desde la caída del muro de Berlín hemos contemplado cómo se han ido perdiendo oportunidades y ahora vemos proliferar ideologías de ultra derecha y nacionalismos tribales. O un racismo en su forma tradicional envuelto en versiones demarketing. El monstruo enterrado se despierta”, aseguró durante un discurso.

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