En las primeras horas de la madrugada del 31 de agosto de 1997 los teléfonos del Cas­tillo de Balmoral, en Escocia, comenzaron a sonar poniendo en alerta a la familia real bri­tánica. Los de Downing Street despertaron al entonces primer ministro Tony Blair y a su equi­po, las noticias que llegaban desde París, Francia, pasaban de preocupantes a devastado­ras.

Diana de Gales, exesposa del príncipe Carlos y madre de los príncipes Guillermo y Enri­que había sufrido un acciden­te automovilístico en el Puente del Alma, el cual desembocó en la muerte de quien le diera un significado diferente al título real de princesa.

Alrededor de la 01:00 Mi­chael Hastings Jay, embajador británico en París, transmitió las noticias a Londres y Bal­moral y, tres horas des­pués, se anunció el fallecimiento de Diana. A 20 años de la muerte de la princesa de Gales, su le­gado sigue más vivo que nunca… en sus dos hijos.

La imagen de dos adoles­centes caminando tras el fére­tro de su madre quedó grabada en la memoria de millones de personas que siguieron a través de la televisión la procesión y funeral de Diana. Para Guiller­mo, de 15 años, y Enrique, de 12, ese momento definió en lo que se convertirían y en la mane­ra en la que asumirían, con el tiempo, la pérdida de su mamá.

2017 es cuando Guillermo y Enrique comenzaron a hablar sobre lo que fue perder a Diana frente al mundo entero. Su ne­cesidad de compartir sus emo­ciones la descubrieron hace tiempo y fueron conscien­tes de la importancia que tie­nen los desordenes mentales y la atención que hay que brin­darles, por eso en abril pasa­do iniciaron el proyecto Heads Together.

“Puedo decir con seguridad que perder a mi mamá a los 12 años, y desde entonces blo­quear mis emociones al res­pecto por los últimos 20, tuvo un serio efecto, no sólo en mi vida personal, sino también en mi trabajo. Mi manera de lidiar con eso fue esconder la cabe­za y rehusarme a pensar en mi mamá, porque eso de qué ser­viría. Siempre pensaba: ‘¿cuál es el sentido de traer de vuel­ta el pasado?, ¿cuál era el punto de traer algo que sólo me ha­ría sentir triste? No va a cam­biar nada, no la va a traer de vuelta’. Cuando empiezas a pensar así puede volverse dañino.

Así Enrique y Guillermo, que fue quien lo alentó a bus­car ayuda profesional para li­diar con la muerte de Diana, junto con Catalina, duquesa de Cambridge, arrancaron con Heads Together, con la que in­citan a cualquier persona que tenga algún tipo de problema o desorden mental a buscar ayu­da profesional.

Sin duda fue el tipo de edu­cación y formación que Diana les dio a sus hijos lo que los con­virtió en dos hombres sensibles con las necesidades de los más desfavorecidos, además de dar una nueva imagen a la realeza, más cercana a la gente.

SU IMPACTO MUNDIAL

El 29 de julio de 1981 el mundo fue testigo de un cuento de ha­das real: 750 millones de perso­nas, a través de la TV y más de 600 mil espectadores vieron como la tímida chica de Norfolk, Inglaterra, se convertía en la princesa de Gales al casarse con el príncipe Carlos, heredero al trono de la corona británica.

Desde entonces y por los si­guientes 16 años, Diana fue uno de los miembros de la familia real británica más populares. Revolucionó la imagen de la monarquía convirtiéndose en una de las mujeres más fotogra­fiadas del mundo por su estilo al vestir, su imagen, su desen­volvimiento como parte de la realeza, por sus hijos, por sus empatía con los necesitados, por sus obras de beneficencia, por su fallido matrimonio, sus relaciones extramaritales y el intento por rehacer su vida.

20 años después de su muerte, Diana sigue acapa­rando los titulares de los dia­rios, las portadas en las revistas y los espacios en radio, televi­sión e internet. El 8 de agosto el Channel 4 de la BBC estrenó el documental Diana: In Her Own Words, en el que se detalla la vida de la princesa desde que era adolescente hasta su muer­te, además de hacer públicas las grabaciones de las charlas que Diana sostuvo con Peter Sttelen, su coach de oratoria, en las que dejó al descubierto su vida como parte de la familia real, su vida matrimonial y se­xual con Carlos, sus aventuras y el problema de bulimia con el que lidió durante un tiempo.

El domingo pasado se es­trenó, también por la BBC, el documental Diana 7 Days, la apuesta más grande de la te­levisora en el vigésimo ani­versario de fallecimiento de la Princesa del Pueblo. Esta pro­ducción habla de los siete días cruciales en la historia del Rei­no Unido, en los que sucedió el accidente en el túnel del Puen­te del Alma en París y el impre­sionante funeral en las calles de Londres. Contado por sus hijos, hermanos y amistades cerca­nas la cinta expone la vida de Diana y cómo afectó al mundo.

“Una de las cosas más di­fíciles de hacer para un padre es decirles a tus hijos que su mamá ha muerto. ¿Cómo lidias con eso?, no lo sé. Él (Prínci­pe Carlos) estuvo ahí, él fue el que quedaba de los dos y tra­tó de hacer lo mejor que pudo para protegernos y cuidarnos a la vez que pasaba por el mismo momento que nosotros.

La noche del 30 de agosto de 1997, Diana estaba en el Ho­tel Ritz de París, propiedad de Mohamed Al- Fayed, padre de Dody Al-Fayed, entonces pare­ja de Lady Di. En un intento por evadir a los cientos de fotógra­fos que los esperaban fuera de la puerta principal del hotel, la pareja decidió salir por la trase­ra y abordar el Mercedes Benz S280 con Henry Paul al volante y Trevor Ress-Jones como se­guridad y copiloto.

Tras salir del hotel, algunos paparazzi que estaban en la puerta trasera siguieron el auto de Diana a bordo de motocicle­tas mientras intentaban tomar fotografías de la pareja. Henry Paul tomó la calle Cambon y tras pasar el Palacio de la Con­cordia, manejó por el paseo de la Reine y el paseo Albert I, ca­mino que va al embarcadero a un lado del río Sena que lleva a la entrada del túnel del Puen­te del Alma. Ahí Paul perdió el control estrellándose en el de­cimotercer pilar; él y Al- Fa­yed murieron, mientras que Diana y Ress-Jones fueron au­xiliados por los servicios de emergencias y trasladados al hospital Pitié-Salpêtrière, a donde la princesa llegó hora y media después del impacto.

En el lugar del accidente Diana sufrió un ataque cardiaco pero los paramédicos lograron estabilizarla para trasladarla al nosocomio donde se hicieron varios intentos para mantener­la viva, ya que presentaba múl­tiples heridas internas graves: su corazón se había desplazado hacia la derecha, lo cual causó desgarramiento de la vena pul­monar y el pericardio; también presentaba una herida en la ca­beza y un brazo roto. A pesar de los esfuerzos médicos, Diana, princesa de Gales, fue declara­da muerta a las 04:00 horas del 31 de agosto.

“Una de las cosas más du­ras sobre este hecho es que la gente que la persiguió en ese túnel fue la misma que tomó fotografías de ella muriendo en el asiento trasero. William y yo lo sabemos, nos lo han dicho muchas veces, ella tenía una herida muy grave en la cabeza, pero estaba a salvo en el asien­to trasero del vehículo.

Guillermo compartió con la BBC que su más grande preo­cupación tras la muerte de su madre era mantener vivo su le­gado y que se sintiera orgullosa de él y Enrique.

Seis días después del acci­dente Guillermo y Enrique, así como Carlos, príncipe de Ga­les; Felipe, duque de Edimbur­go y Earl Spencer, hermano de Diana, caminaron por las calles de Londres detrás del féretro de Diana en camino al funeral, mientras que millones de per­sonas los observaban.

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