El trabajo en las calles o comercio informal, que en la Ciudad de México data de 1885, involucra actualmente a 1.9 millones de personas, que representan 21.2 por ciento del total de la población ocupada.

De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, de 2016, más de nueve millones de personas ocupadas no cuentan con un lugar fijo de trabajo, es decir, laboran en casa de patrones o clientes, de puerta en puerta, en vehículos, en la vía pública o en puestos semifijos.

Durante el Seminario sobre Trabajo y Desigualdades, “El trabajo en las calles”, se destacó que más de la mitad de los trabajadores informales en la Ciudad de México, es decir 58.2 por ciento, labora por cuenta propia y 32.9 por ciento señaló tener alguna relación patronal.

Mario Barbosa, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Cuajimalpa), refirió que los “otros trabajadores” se expandieron durante la década de los años 20.

Es decir, el fenómeno de las calle no es actual, sino que ha estado presente en la historia de una ciudad en crecimiento, como la de México, donde desde 1885 se observaron los primeros puestos ambulantes.

Barbosa recordó que en 1909, durante la época del Porfiriato, se contó con el primer plano en el que se destaca la expansión de la población del centro de la ciudad hacia los cuatro puntos cardinales.

Para 1960, el crecimiento de la población trajo consigo la necesidad de contar con una mayor actividad comercial, sin que fuera obligatorio el traslado hacia esa zona.

La académica Verónica Crossa, del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, del Colmex, afirmó que el comercio informal es parte de la vida cotidiana de la Ciudad de México y también de lo que algunos llaman “la crisis” del espacio público.

Al abordar el tema “El trabajo en un espacio público”, la doctora en geografía subrayó que estos sitios facilitan la socialización colectiva y participativa, y esto a su vez el desarrollo del tejido social.

Sin embargo, advirtió que cuando el concepto se enmarca en la ley dentro de un “lenguaje sobrecargado de derechos, y que remite a procesos más amplios como son la democracia, la igualdad, la participación ciudadana, la inclusión”, el espacio público se convierte, tanto en el discurso como en la práctica, en un problema técnico, de diseño.

Sobre el tema, la lideresa del Frente Metropolitano de Vendedores en Vía Pública (FREMOP), María Rosete, consideró que falta una legislación que reconozca a los trabajadores ambulantes como una parte importante de la economía del país.

A su vez, Uzi Glitter, empresrio establecido en el Centro Histórico, lamentó que además del desorden asociado con el comercio ambulante, en el primer cuadro de la ciudad se ha incrementado la inseguridad.

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